PADRE
¡Calor y fuerza de su
sentir,
junto, a la fragua del
amor de mi madre!
***
A los buenos padres, a los
buenos viejos,
que desde que nacen, en su
caminar,
el coraje nace también en
su valentía y denuedo,
-─y la fuerza sin igual y
el amor en portento─
se hace inspirar en el
primor del amor,
que al iluminar el camino
de su sangre,
ilumina indefectiblemente,
el camino de su esencia.
Padre,
sublimidad, en el afecto y
cariño de sus hijos,
que en disfrute de la
seguridad,
espera,
en su calidez, la
vehemencia,
que vigoriza el calor del
hogar.
Y él, que con trabajo y
amor,
sacrifica, todo: por dos,
tres o seis.
o más, es la piedra de
abnegación
que hace del altar del
amor,
la eterna entrega de su
ternura.
Padre. ¡Padre querido!
Amigo, maestro y hermano
Tú que me enseñaste a
saborear
las mieles de la poesía,
y saber andar entre la
floresta
del amor y el honor.
¡Vive en mí, la llama de
tu decoro
y dignidad!
Y tu antorcha de vigor y
aliento,
se prende en mi espíritu,
para gozar los cálidos
momentos
del recordar, en mi
memoria ¡Tu ejemplo,
valor, energía, guerrero
de mil batallas
del amor!
Autor: Edmundo Icaza
Mendoza.
León, Nicaragua.
Edicamen.
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