Vino a visitarme el 27 de Octubre de 2011.
REPASANDO SUEÑOS
HERMOSOS
Un
Homenaje de Siempre a,
Oscar
Emilio Muñoz Lumbí (el gran Emiliano Pancasán).
“Era el hombre que compartía el dialogo,
los problemas personales, las vicisitudes de la lucha y todo lo concerniente a
los hombres de su columna.” El Gato Henry.
DÉJAME RENDIRTE MI HOMENAJE
IMPERECEDERO:
Al
insigne combatiente y Jefe de Columna, la Gloriosa “Carlos Manuel Jarquín”, el hombre
que se paseó por 3 frentes, él es, Emiliano Pancasán, Oscar
Emilio Muñoz Lumbí, al que conocí cuando anduve con Bernardo Hernández Rojas (H2O)
y Francisco Nicolás Rojas Díaz (Vinicio) y otros compañeros, en aquellos
avatares días de la creación de Radio Venceremos: «Voz Oficial del Frente Occidental
“Rigoberto López Pérez”» (FORLP), y fue durante la “Ofensiva Final o Insurrección
Final”, aquí en León. Y en mi trabajo de reportero, y tengan la plena seguridad
que me siento orgulloso de haber tenido la oportunidad de conocerlo; y el honor
de entrevistarlo durante la guerra y después del triunfo de la Revolución.
Emiliano
Pancasán es oriundo de Matagalpa, me dijo su hijo Orontes Emilio Muñoz Mejía,
quien se comunico recientemente conmigo, después de la muerte de su padre el 13
de abril de este 2012. “Él nació (Oscar Emilio) un 28 de mayo de 1937. Sus
padres fueron Juan Benito Muñoz y Clarisa Lumbí, los que procrearon seis hijos,
siendo Oscar Emilio Muñoz Lumbí, el segundo de ellos.”
En
aquellos días de junio de 1979, yo estuve incorporado a la lucha como redactor
y voz caracterizada de la radio clandestina, Radio Venceremos, y que ¡en pleno fragor del combate!, supimos afrontar
y enfrentar los peligros de ese momento histórico. La misión encomendada para cumplir
en ese mes de junio de 1979, como periodistas revolucionarios, miembros de la
intrépida Asociación de Periodistas Independientes de León (APIL), era la de
sacar al aire una emisora “a como diera lugar". En este empeño participó
Alcides Camacho Espinoza y “Toño” Meza, trabajando paralelo a nosotros en el
mismo momento, para el mismo esfuerzo y dirigido para tal fin. La APIl, era una organización periodística muy
beligerante, la de un Wilfredo López Valladares, Miguel de Jesús Blandón
(Chuno) y la de Eligio Álvarez Montalván, irredento periodista, tío del gran
líder estudiantil Edgar Munguía Álvarez ¡El Gato Munguía!, sobre-nombre con que
lo conocíamos los muchachos del sector de la Capilla San Juan de Dios (por
donde vivió), pieza vecina donde se editaba el Universal que dirigía el
periodista Dagoberto Sáenz Arauz.
A
Emiliano Pancasán, lo vieron por “El Laborío”, “Sutiava”, “Poneloya”, “Guadalupe”,
movilizándose en la parte oeste de la ciudad, de norte a sur, en un trabajo
incansable que realizó en todo esos sectores de León. Él se relacionaba con
toda la gente y su trato con los combatientes, miembros de su columna, era
fuerte, disciplinado, duro; pero generoso, amable, fraterno cuando era
necesario. Él era muy amistoso. Fue uno
de los pocos Jefes de Columnas que “siempre dio la cara”; era muy popular, muy
querido, no había combatiente alguno que no lo admirara.
Y cuando dije que lo vieron, es porque todos
lo vimos; yo también tuve el gusto de verlo; ¡lo vi! Y lo digo con mucha
emoción, recordando esa tarde, en que fuimos recibidos, exactamente: de la
esquina de “Luis Mena” (Barrio El Laborío), 4 c. al Oeste, 1 c. al Norte. Pero,
primeramente nos recibió “Abel” (Guadalupe Moreno) y después “Jeremías” (Carlos
Soza), en la calle que queda de la esquina del “Negro Chencho 1/ c. al sur; para
luego llevarnos 1 c. al norte, esquina
opuesta a la Engracia Fonseca, donde estaba “el comando del pueblo”, y allí nos
recibió Emiliano Pancasán muy
amablemente a pesar de la tensión de ese momento, porque una joven de nombre
Mercedes, llamaba apresuradamente a Jeremías –Compita Jeremías, dicen que viene
metiéndose la guardia por el Río Chiquito--. Pero él, Emiliano, imperturbable,
amable, sencillo y enérgico, daba órdenes a uno y a otro, mientras tomaba un
“papel” y escribía algo y nos lo entregó. Era un pase para que nosotros
pudiéramos recorrer y trasladarnos por sus vías de comunicación (las que ellos
manejaban) de una manera segura. Nos facilitó una camioneta roja de tina, que
con su conductor y 2 combatientes más, les ordenó a los “compas” que nos
cuidaran y nos llevaran a una importante reunión donde nacería una radio, que
vendría a ser, poco después, Radio Venceremos. Esta ubicación era de la Iglesia
San José unas 15 vr. al oeste., aunque nosotros, entramos por el lado
contrario, el de la “Brisas del Pochote” y Funeraria Bonilla.
Pero,
¡Quién es Emiliano Pancasán! Pues es el hombre que “se paseo” por tres frentes
de guerra. --“Y por gracias a Dios, estoy vivo, no perecí; y pude conocer a
grandes y valientes muchachos”, me dice Oscar Emilio, al momento de mi
conversatorio con él, a las 8:40 a.m. en mí casa solariega, Colonia 4 de Mayo,
casa No. 20, Bo. Zaragoza, el pasado 27 de octubre de 2011, aquí en León.
Pero
antes déjenme decirles que Oscar Emilio, deja una prole numerosa. Siendo ellos:
Sabel Victoria, Oscar Fabricio, Orontes Emilio, Erwin Eduardo, Martha Ileana, Roger
Emilio, Oscar Emilio, Karla Robertha, Emiliano Lenín, Marvin, Gutner, Erlanda, Itzel,
Fany Emily y Fabricio León.
Podemos
resumir el recorrido de Emiliano Pancasán (Oscar Emilio Muñoz Lumbí), así: La
primera experiencia la obtiene en Matagalpa, porque él es matagalpino (como lo
dijimos). Se incorpora al Frente Norte Carlos Fonseca, en momentos en que la situación
se tornó bien difícil para él, pues, llegó al extremo en que no podía ya ni
moverse. Era tanto su “color” que lo empezaron a vigilar muy de cerca. --Me
encontraba “muy colorado”, por lo que decidí irme al monte, y allí me incorporé
a la lucha, y recuerdo nítidamente que anduve con un hermanazo, “Chepe”
González--, se queda pensando Emiliano. Y agrega: El Frente Norte era dirigido
por el Comandante Bayardo Arce Castaño (Chepe León).
Y
me dice, Emiliano, --Que cierta vez, me doy cuenta que iba a haber “movimiento”
en Estelí. Y yo, no me podía perder de esta acción... y, sobre todo que allí
iba a estar, nada más y nada menos que “Chico” Rivera (El Zorro), con su propia
columna. Hice contacto con “8” que era Antenor Rosales, y participo en la
primera toma de la heroica Estelí, combatiendo siempre al mando de “El Capi”.
--Y,
en una de tantas... estando en el lugar donde me encontraba, llegó Julio Ponce
Zavala (David), el que me contó, que tenía la misión de escoger a 10 hombres de
mucha confianza, y que le gustaría que él aceptara, ¡era para algo muy especial!
Y, recuerda dice Emiliano, --que otro, de los diez escogidos, fue un compañero campesino
que le decían “Rompe Monte”, de apellido Toruño.; y le decían así, porque era “fiera”
a abrir senderos, atajos y trochas, --hace hincapié Emiliano.
Partieron
rumbo al Refugio, donde los esperaba
Francisco Rivera “El Zorro”, hermano de Filemón Rivera. Llegaron como a las
6:00 p.m. Y les dijo: --Esta es una misión especial; en estos sacos (2) van
unos mensajes importantes y en Honduras tienen que ser recibidos. Pase lo que
pase, no pueden caer en manos enemigas. Tienen que llegar a su destino. ¡Recuerden!
¡En estos dos sacos llevan mensajes muy importantes…! repite El Zorro.
Salen,
dice Emiliano, y comienzan a caminar. Se van encontrando con zonas de campo
abierto, por lo que tienen que tomar mucho más “medidas de seguridad” para no
ser detectados. Llegan a un punto que no hay protección de árboles. Entonces
Emiliano propone: --Que bajaran uno a uno, para no levantar sospecha. Y que él
iniciaría el descenso y al llegar a determinado punto, les haría señas para que
fueran bajando. Y va, que espera… nadie baja. Medio día y nada. Queda solo.
Decide penetrar a Honduras y con la contraseña que lleva que era la de: “donde se encuentra la Hacienda Matorrales”,
hacer contacto y referir lo acontecido. Dice que caminó como 10 días y que lo hizo
de noche, porque de día él lo descansaba, escondido tomando todas las medidas
pertinentes. Llega al lugar convenido (de
Honduras), y hace la pregunta a varias personas y no encuentra respuesta.
Pero
de repente ve pasar un carro con placa NS (Nueva Segovia) y se dice: “éste es
de allá”; y le parece reconocer al que sacó la cabeza. Sigue rápidamente al
carro, lo alcanza, y le hace la pregunta.
--“Y… Ah, pero sos vos. –Sí, hombre, yo soy el enlace. Era, dice Pancasán,
René Fonseca Marenco, hermano de parte de madre de Carlos Fonseca, (con Carlos,
yo estudié segundo grado en la escuela del barrio El Laborío de Matagalpa y que
hoy lleva su nombre), enfatiza Emiliano.
Lo
ubican en una casa de una señora extraordinaria, conocida como la “Abuela”.
Ella atendía a varios compañeros, les daba de comer, los protegía y hasta
municiones les compraba con su propio dinero. Allí lo recibió Aracely Pérez (Psicóloga),
mexicana, quien lo entrevistó sobre diversos aspectos de su vida y de la lucha.
Después se encontró con “El Zorro” al
que le relató todo lo ocurrido. Éste le encargó una escuelita militar en
“Arenales” fronterizo con Nicaragua, al mando de 11 compañeros; --Había varias
escuelas, pero, para graduarse, tenían que pasar, necesariamente, por la
Escuela de “Chombo” o sea el
destacado hermano, Walter Ferreti. --Te quiero decir también, --me interrumpe--
que a Julio y al otro, llamado Lester, los que se llevaron los sacos, fueron
severamente sancionados y yo tuve que salvarle el pellejo al tal Julio.
Resulta,
que estando en Honduras, cayeron presos una centena de compañeros. A Emiliano
lo llevaron a “Casa Mata”, comando especial de los “Chiapas”, de la guardia hondureña.
--Éstos hacen una lista y escogen a 24 compañeros. Nos separan del resto, y a
este grupo es al que deportan a Panamá; fuimos muy bien recibido por el General
Torrijos. Y después... nada más y nada menos, que al Frente Sur Benjamín
Zeledón, a la Base No. 10. Recuerdo que por allí, a esa base, se apareció el
Chele Marcos (Oscar Cortés Marín) con otro muchacho. Y hace memoria Pancasán, como atrayendo el
recuerdo... y refiriendo, que al final ─Escogen a tres compañeros para
enviarlos como refuerzo a León, al Frente Occidental “Rigoberto López Pérez”
(FORLP). Ellos fueron Emiliano, Carlos Colindres y el Chele Marcos, pero
Carlos, no llegó a León. Quién sabe. Había desaparecido.
Entre
los datos suministrados por su hijo Orontes Emilio Muñoz Mejía, en escritos
encontrados por él, nos dice que después de Panamá, su papá: “...fue traslado a
la frontera con Costa Rica, bajo la responsabilidad de “Emilio” Coronel
Pichardo. Ubicado en la base con el compañero Ernesto Iván Montenegro Báez,
operaron en la frontera Mogones, La Flor, Cárdenas, Peñas Blancas y Aduana...”.
Ya en León, lo ubican en la casa No. 15 de la
Colonia Universidad. Allí estaba Doris Meza, Oscar Pérez Cassar (Pin), Roger
Deshon (David), Edgar Lang Sacasa (Aurelio) y otros.
Con
Edgar Lang, trasiega unos fusiles hacia el barrio de Sutiava, y luego se
dirigieron a Poneloya, donde César Augusto Tífer. A Edgar no lo volvería a ver.
Al día siguiente (16 de abril de 1979), llega Silvio Robelo en una Cherokee,
--Alistate que acaban de matar a todos los del Estado Mayor en el Reparto
Veracruz y la guardia viene para este lado. Y me dice Pancasán, --Que salen a
toda prisa, increíble, a toda velocidad, con presteza. –Aligerate, que en esto
yo me la sé toda, le gritaba Silvio… Salen a todo “tren”. Se meten a unas
huertas con todo y camioneta, rompen cercos, abren camino entre unos sembríos,
y como pueden, acortan camino, pero de cualquier manera pudieron salir. Al
llegar a Sutiava recogen a Ana Isabel Morales, y se dirigen a diferentes
lugares. Ese día y los subsiguientes, anduvieron como en 10 casas y muchas
veces solamente permanecía por dos horas. Recuerda que lo llevaron a una casa,
ubicada de la Casa Prío, ½ c. abajo, donde un Odontólogo, y la señora de dicha
casa, cuando lo llamó para que probara “un bocado”, le dijo: “por favor sólo
dos horas… ponen en peligro a mi esposo,
a mis hijos y a todos…”. En verdad que
la situación era de mucho peligro. Había mucha tensión. Mucho miedo, todo
estaba crispado, y nosotros teníamos que estar bien alerta, dice Pancasán.
Pero,
aunque fuera así, la lucha no se podía detener, sobre todo, en estas
circunstancias en la que habían caído, unos de los mejores cuadros del FSLN. –Hace
hincapié Emiliano, y agrega, que él, Emiliano, estuvo en Sutiava, en casa de la
familia Fonseca Bárcenas (de la que tiene muy buenos recuerdos), sobre todo de “La
Sobrina”, Ana Rosa Fonseca Bárcenas. La que tenía la misión --siendo una niñita—de
que, al que le preguntara quien era él, que contestara: “Él es mi tío”. Y desde
ahí se convirtió en la “Sobrina Pancasán”.
--Nuevos
cuadros llegan a la ciudad. Valiosos cuadros, y la tarea fervorosa de cada día,
era recomponer todo. El Estado Mayor, el tendido organizativo, recuperar los
planes o más bien actualizarlos, hacer nuevos planes según la situación. Organizar,
entrenar a los compañeros de acuerdo a lo que sabíamos y a la experiencia
adquirida en los años de bregar en la lucha. Así se iban incorporando otros
hermanos valiosos que de diferentes partes o frentes, habían llegado. La
actividad era febril, hermosa, sin desfallecimientos. Todos abrazábamos
nuestros sueños: ¡sueños míos, tuyos, y de todos! En fin, eran sueños hermosos
que volvían a florecer a pesar del golpe terrible recibido al perder a nuestros
compañeros, a los valiosos cuadros del recién aniquilado Estado Mayor.
Y,
me dice, Pancasán, emocionado. –Mirá, no importa las vicisitudes que te
presente la lucha… los sinsabores de la misma vida… Aquí lo que siempre
necesitamos, ¡Oí bien…! ¡Lo que se necesita o lo que uno necesita siempre, es
mantenerse firme toda la vida! ¡Firme con un corazón lleno de amor!
En
todo este ajetreo, me dice Emiliano, se fueron sumando muchos jóvenes. Se
fueron conformando las respectivas columnas, las escuadras tácticas de combate,
las famosas ETC. Yo fui Jefe de Columna, de la “Carlos Manuel Jarquín”, y tenía
como político y segundo al mando a Jeremías, Carlos Soza Fonseca; pero había
otro, excelente hombre, muy valiente, era El Cachorro Amaya (le tenía una
confianza enorme); Tony, Efraín Ortega (no se me despegaba). También, estaban
otros Jefes de Columna: Zacarías, Sergio Lira; Rodrigo González (Aurelio); El
Chele Marcos, que es Oscar Cortés Marín; Umanzor, Eddy Reyes Baldizón... y los
que se me escapan.
--La
lucha fue terrible, pavorosa, nos enfrentamos a uno de los mejores ejércitos de
América Latina, a los mejores hombres entrenados de la GN de Somoza. No, no era
jugando aquello. Casi, nos matan. Yo salí herido en el lado izquierdo. Me
pegaron en la Leona, en el puente. Eso fue terrible. Traían un poder de fuego
endiablado. Pero, le hicimos como unas 114 bajas (más o menos).
“La
lucha era muy dura, de mucho peligro, pero hermosa”, habla suave como
reflexionando; cierra los ojos, se arrecuesta a la silla “abuelita”, para
decir: --Y en esa hermosura de lucha, estaban a flote los mejores valores del
pueblo humilde: la solidaridad, la hermandad, el compartir, el proteger, el dar
sin esperar a recibir, el cooperar. Todos
estos son principios de verdaderos revolucionarios, de los verdaderos
cristianos. ¡La Fraternidad! Noble principio de Augusto C. Sandino, que conlleva
la decisión de estar dispuestos al sacrificio, sin buscar y sobre todo sin
pensar en prebendas.
¡No
importa como se presente la vida! ¡Sí vos creés en algo, pues luchá por ello, y
te aseguro que emocionalmente, espiritualmente, estarás preparado para la
muerte! Suspiró hondamente, Emiliano.
--Yo,
a pesar de estar solo, pobre, enfermo y abandonado, a no ser por ustedes los de aquí de León, que
hasta han formado una Comisión de Atención y Tratamiento médico a
Emiliano Pancasán, ¡Qué hermoso!, siempre me mantengo firme y me
mantendré firme hasta la muerte. ¡Ah, espérate! También, gracias a mi hermana Leticia
Herrera (comandante Vicky). ¡Tiene
un corazón de oro! De su propio sueldo, me estuvo apoyando (1991... cada 17
de mes... como uno o dos años... pero, como a mí me daba mucha pena, dejé de
visitarla, aunque ella siempre insistió en que llegara. (y, que cosa: si no
estaba ella, me dejaba un sobre). Sólo ella lo podía haber hecho... Oíme, te
voy a contar un episodio: duro y doloroso, pero bonito a la vez, muy
sentimental. Pero antes quiero agradecer profundamente lo que ha hecho la Comisión de Atención, para la recuperación mía, un abrazo a: Marcia
Jirón Mayorga, a María Teresa Zelaya Briones (Katty), a la Dra. Isabel Rizo
Morales, y a mis hermanos, Uriel Danilo Altamirano Santana (El Gato Henry), Gabriel
Cárcamo Lorío, Aníbal Nicolás Espinoza Maradiaga (Cabezón Aníbal), Salvador
Padilla (Chaparro Mariano), Milcíades Montes (Manguerita) y Jerónimo Vargas
Téllez. Y un abrazo para la mamá de Marcia, Dña. María Eugenia Mayorga y a
todos los de mi columna los abrazo desde la distancia.
Pues
bien, resulta que recién el triunfo revolucionario, yo quedé como responsable
de la Defensa de León, con mi gente, los otros, andaban en la marcha hacia
Managua. Y de ahí, quedé con el Abastecimiento
de la Logística y por supuesto de armas de alto Calibre. Entonces, se
aparecieron del lado de Condega, al Reparto Santa María, ubicado al oeste de
León y a la salida carretera a Poneloya, José Dolores Talavera (Pedrón) y René
Fonseca Marenco (hermano de Carlos), y como los ve que andan mal armado (armas
de cacería), le da una USI, al primero, pero lo hace firmar un papel de
“traslado de arma”. Se interrumpe, y me dice, ¡fueron días dolorosos los que
pasé!, baja la voz y parecía que iba a llorar... Prosiguiendo, relata, --al
otro, a René... –Hace una pausa larga-- le di una 50, pero siempre con papel
escrito y firmado, porque “no soy chocho”. Pues bien, esto sirvió para que me
quisiera acumular cargos Dora María Téllez. Pero, te voy a decir una cosa... es
que ya se había “emponzoñado” una especie de celo raro contra mí.
--Que
culpa tenía yo, que de 100 combatientes que llegaban al Estado a Mayor para
gestionar diversas cosas, 99 me pidieran a mí, para que los atendiera. ¡Hombré,
yo no tenía la culpa de haberme ganado el cariño de todos! Yo los trataba muy
bien, platicábamos de su familia, de que cómo se sentían después del triunfo...
Si podía, yo mismo les resolvía... Y si no había como resolverles, yo los
trataba con cariño, con familiaridad... Me iba con ellos, andaba con ellos...
Aunque algunos eran “rebeldes”, y se metían a “clavos” a mí me hacían caso.
--Fíjate,
que “una de tantas” llega a la oficina del Estado Mayor, al lugar, que me
habían dado como oficina para atender, uno de los familiares, donde yo había
estado en Sutiava y que era uno de mis muchachos, Ulises Fonseca (Sam). Se
presenta ante mí, y me dice: --Dispensame, Emiliano, tengo orden de capturarte.
¿Pero, por qué? –No sé. Eso fue en el mes de octubre de 1979. Y Pancasán, me dijo,
que lo llevaron a una casa del Reparto Veracruz. Casa de una apreciable mujer,
luchadora incansable, excelente, de nombre Irma Guido. Lo encierran en un
cuarto, tapan ventanas y le echaron llave a la puerta. Irma, no sabía quien era
la persona que estaba allí. Y entonces empezó a ponerse sentimental, porque una
hija de ella, siempre preguntaba ¡qué quién era ese... porqué no lo sacan, y se
ponía a llorar! A la par de eso, Emiliano, se había puesto en “Huelga de
Hambre”, y no le aceptaba ninguna comida que le pasaba la compañera Irma. Esta
se angustió de ver que lo habían llevado y abandonado... Sólo estaba un
custodio que tenía también, que darle de comer. --¡Este hombre se me va a morir aquí mismo!
¡Esto no puede ser! Y se fue al Estado Mayor a presentar su inconformidad --Y
llega mi Ángel de la Guarda, la comandante Vicky, (¿sabías vos, que fue
suplente de la DN. en 1975? ¡Es una gran mujer! Entonces, comienza a discutir con
el custodio que se resistía a cumplir sus órdenes, y le dice: --No sabés ¿quien
soy yo? Dame la llave, si no, abro la puerta a patadas. ¡Qué injusticia,
exclamó! Por fin fui liberado después de un mes de encierro... Hace una pausa y
dice –Y, respiré profundamente aire de libertad.
Y
prosigue, --Ya había inconformidad en mi columna por la desaparición mía. Se
estaba presentando un descontento entre los combatientes populares. “Se les decía
que andaba en una misión importante” pero ellos no lo creían. ¡Hombré, yo
siempre pregunté! ¿De qué se me acusa? y Dora nunca dio la cara durante mi
encierro. –“Es que Emiliano Pancasán, era solidario, fraterno y hermano. Él se
sacrificava por sus compañeros. Ese era Oscar Emilio Muñoz Lumbí. Un hombre
fuera de serie”, me dice El Gato Henry.
--Bueno,
y vino la dispensa... “Vamos a olvidar todo, vos te vas unos 15 días a Estelí.
Vamos a decir que andás en otra misión; te llevás a tu chofer, Ernesto Traver y
descansás... Sólo aguantó 15 días y se regresó... a continuar organizando. Como
en los años 80-81, lo mandó a traer el comandante Edén Pastora. Estuvo por un
tiempo como Capitán, Jefe de la Misión Pancasán, en la Base de Operaciones (BAO).
Terminó siempre en el Ejercito Popular Sandinista, como Mayor, allá por el año
de 1990.
¡Qué
recuerdos éstos...! Antes de concluir, te diré una cosa curiosa; a mí me tocó
trabajar bastante con los GN que se rindieron y luego se incorporaron a la lucha
contra la dictadura: Pepsi, Modesto, Muñeco y Bienvenido. Tony o sea Efraín
Ortega, que siempre anduvo conmigo, no se confiaba y me decía “cuidado
Emiliano”, “ojo al Cristo”.
Bien,
Emiliano. ¡Hagamos algo por la vida! Degustemos de una “sustancita” de pollo y
de un bocadito de carnita asada, preparada para vos por María Teresa Zelaya
(Katty) y Marcia Jirón Mayorga.
Edmundo Icaza Mendoza
12:39 a.m. 19 de abril de 2009
Col. 4 de Mayo. Casa No. 20. Bo.
Zaragoza.
Edicamen