Publicado: Dom Jul 15, 2007 5:04 pm
Título del mensaje: RECORDEMOS A UN DEVOTO DE RUBÉN
--------------------------------------------------------------------------------
RECORDEMOS A UN DEVOTO DE RUBÉN.
¡Apuntes recopilados de hojas amarillentas;
de íntimos cuadernos y de notas que rememoran
recuerdos imperecederos!
***
Hablar de Rubén Darío, es adentrarse en un “mundo verdaderamente fascinante”, y escuchar esas primeras apreciaciones, de mi queridísimo padre, «Hijo Dilecto de la Ciudad de León» Dn.Edmundo Icaza Munguía, fue para mí tan deslumbrante, que desde mi iniciación, empecé a cultivar las mieles de aquellas lecturas, que inculcadas por su interés paterno, fue guiándome en el recorrido del conocer, vivir y entender, en los primeros años mozos, --aunque fuera modestamente--, la Vida, Obra y Gloria del gran panida.
El poeta Icaza Munguía, en sus interminables conversaciones, fue deleitándome con sus declamaciones vibrantes, siempre llenas de emoción y sensibilidad poética, de su particular verbo, cuando dedicaba tiempo para recitar bellos poemas suyos, igual que del gran maestro Rubén Darío, del Padre Azarías H. Pallais, de Juan de Dios Vanegas y de otros muchos poetas de esta ciudad, León Santiago de los Caballeros.
Horas preciosas y de gran valía, se fueron tejiendo en aquellos relatos como verdadero devoto de tan portentoso talento, los que se iba engarzando, uno a uno, en interminables episodios para lo cual se hacía acompañar de libros de Darío, ─los que le dieran tanta gloria— y por artículos de periódicos, revistas y páginas escritas con exquisitos poemas, muchos de ellos subrayados y comentados por su propia pluma.
Era toda una magia de poesía, comentarios y enseñanzas, desde su altura de apóstol, que envolviéndolo todo con su disertación ágil, amena y sabia, --porque su plática siempre fue una permanente instrucción poética, de reglas y preceptos morales--, me indujo a seguir a Rubén en sus huellas preciosas que legara para las generaciones posteriores, –y enfatizo, con sencillez de mi parte- las que me han servido en la permanente lucha por algo nuevo, diferente, justo y libre, y en el ir alimentando poco a poco mi espíritu, para el gozo a plenitud de ese bagaje intelectual y de la genialidad de este bardo luminoso.
Cuando el maestro Rubén Darío murió, mi padre tenía en 1916, unos dieciséis años de edad, permitiéndole seguir de cerca el esplendor de la gloria conquistada por esta luminaria majestuosa del verso; además, ya para esa época, mi padre padecía del palpitar de íntimas emociones, de ensoñaciones maravillosas y del conjugar la lucha por la vida, con el eterno mal de los leoneses: “la inspiración por lo bello, lo delicado, por el amor a la mujer, a todos, y a todo, manteniendo siempre viva la llama sagrada del patriotismo”.
-”Mira hijo, hay que leer detenidamente a Rubén y a todas aquellas plumas que brillan por si solas. Esto es muy importante para los que aman la belleza, y gustan de los manjares exquisitos propios del alma”.
Y leamos al poeta Icaza Murguía en sus “Líneas de alta expresión”: -“He aquí mi obra, síntesis musical de mi pensamiento. Escogido cristal de mi alma que la he empapado con todo el polen de luz de mi inspiración”.
Y con esas pinceladas de cantos armoniosos de su “Montaña de Trinos”, me fue guiando por esa majestuosa selva de la armonía, y que después de su partida, -dolorosa por cierto-, sigo recordando con dulzura de imágenes, como aquellos panales de mieles que saboreé con él en la Hacienda “La Milagrosa” de Noelito Icaza Icaza.
Leamos al poeta Icaza Munguía, en estas letras dedicadas al maestro Rubén Darío, el que dice que: “ …por su potente vendimia de frutos, por su feraz estación de esencias, por su inaudita siembra de luz”... “y por eso llevando su mochila repleta de sortilegios de cielo, volcóle al mundo sin pequeñeces de inspiración, el montón de pájaros de la selva de sus cantos y la vasta fuente de cristal sonora de su alma”…
He aquí a un verdadero devoto de Rubén Darío, el que fue inculcando a todos sus hijos, y muchachos estudiantes que le visitaban, un amor a la obra inmortal de Rubén y de todas aquellas plumas maravillosas del Movimiento Modernista.
Del Devocionario al Maestro Rubén Darío.
Edmundo Icaza Mendoza
Poeta y Periodista
Miembro de la Unión de Periodistas
(UPN), e Incorporado al
Colegio de Periodistas de Nicaragua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario