La nota de Sergio Simpson, me conmovió. Mi memoria, que
retuvo para aquella época, en este momento, evoca recuerdos que afloraron con
mucha consternación.
Yo me encontraba en el Típico de Carlos Alemán, con mi buen
amigo Roger Montalván Quezada, que me manifestó en momento dado: “Hombré siento
rara la noche...”.
Era ya, casi la media noche.
¡Víspera de Navidad!
La alegría se fue disipando, cómo
si se presintiera algo. Róger me dijo que él sintió un estremecimiento y hasta
un temblor. Pero, la desgracia de la noticia llegó al poco tiempo. ¡Todo se
paralizó! Dejó de sonar la Rokonola...
A las 12:35 a.m. del sábado 23 de
diciembre de 1972, un terrible terremoto había sacudido a Managua, nuestra
capital. Treinta segundos que fueron eternos. Con una escala sismológica de
Richter de 6.2 grados, cuyo epicentro fue en el centro del lago Xolotlán.
Las personas que tenía a sus familiares
en Managua, corrían indagándose, y disponiéndose para salir rumbo a Managua. El
Benemérito Cuerpo de Bomberos de León (CBL) y Brigadas de Auxilio y de rescate,
se preparaban para salir en auxilio de los hermanos capitalinos. Dos réplicas
del sismo primero, continuaron, y terminaron de destruir la ciudad.
Las noticias eran aterradoras.
¡Incendios, destrucción y muerte! ¡No había agua, todo estaba dañado! Los
cadáveres bajo los escombros, la descomposición y la fetidez eran
insoportables.
Más de 19,320 muertos y más de
20,000 heridos fue el saldo espeluznante. ¡Qué horrible!
Hoy, una oración del alma, deposito
para Gloria Esperanza Simpson Guerrero, y los miles de muertos sepultados en el
Terremoto del sábado 23 de diciembre (12:35 a.m.) de 1972.
Edicamen.
10:53 a.m. 24-12-12
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