lunes, 4 de febrero de 2013

A DOÑA DORA JIMÉNEZ PÉREZ


    A DOÑA DORA JIMÉNEZ

    ¡Un recuerdo
    se posesionó de mi pensamiento,
    y estalló entre rosas rojas encendidas!


    ***

    En esta mañana encendida
    de rosas rojas luminosas
    y de fragancia temprana,
    destilan a mañana tibia leonesa.
    Y de su perfume, de esencia fina,
    abren sus pétalos ansiosos,
    y olorosas esparcen su aroma y sortilegio,
    en los anchos y lustrosos corredores,
    largos y frescos, de estimulante calma,
    que depositando sus besos van,
    en un revoloteo por sus cuatro costados
    de esas casonas de mi león de antaño,
    que siempre me traen añoranzas y vivencias,
    y que como bálsamo vivificante,
    aparece a mi pensamiento,
    la imagen nítida de Doña Dora Jiménez Pérez,
    como anunciando de lo bueno, algo nuevo.

    Y la veo en aquel jardín verde, florecido, animoso,
    en aquel cuadrado limpio, cuidado y sonriente,
    entre palmeras y rosas encendidas,
    visión distinta, única, libre, suelta y bella,
    acompañándome en esta mañana de Bendiciones
    [y Gracias.

    Y en el cielo azul
    una nube se detiene un momento.
    Ella, nos saluda risueña… –Me parece que ahí va
    [el poeta,
    ¡Sí, es el poeta Icaza, y va envuelto en ternuras
    [de oro!
    Y entre lo azul y blanco de su navegación
    [placentera,
    ¡A los dos nos dice adiós, Dorita,
    Con júbilo y bondadoso deleite!

    Y desde aquel instante,
    aquellos grandes corredores,
    cobijados de tejar rojizo
    con sus brochazos de verde-musgo,
    se inclinan reverenciando a Doña Dora,
    y despidiéndose, aquel largo alero,
    con su delantal extendido,
    se fue escurriendo en lo que otrora fuera,
    un acogedor y afable traspatio soñador.

    ―Hoy, es 2 de Diciembre, me dice la ronca voz,
    de un viejo calendario que yace colgado
    en una gruesa pared de Taquezal.
    Y, yo pienso… El 2005... ha iniciado su lento y penoso
    caminar, pero él no discute, ni alega,
    ¡Sabe que ha llegado al fin de su camino!.

    Vuélveme a ver,
    y aquel rostro, ―que no podré olvidarlo jamás―,
    complacido me extiende la mano
    Y me dice –que me dejará un bonito regalo
    Inimaginable,
    Inigualable, y apropiado.

    Y aquella llamada, del hermano entrañable,
    ―Marvin Astacio―, me confirma lo dicho:
    «¡Mundito, todo salió perfecto!»
    Vaticinando lo mismo, lo dicho por Doña Dora Jiménez―,
    en esta mañana de sol tibio y alentador,
    de este mi León alegre, que juega con soplos de aire [cálido
    que penetran a mis pulmones.
    y que surcando por mis arterias
    nutren mi existencia hermosa,
    para reafirmar mi amor por la alegría de vivir.

    ¡Y de tal pensamiento iluminado!,
    la gratitud mi pecho eleva,
    y saliendo por la “Ventana de Alfonso”,
    surco el firmamento,
    y meciéndome en la melena amarilla del sol,
    beso la frente bendita de Doña Dora Jiménez
    y me voy tras la nube que risueña envuelve,
    en vértigo amoroso, a un insigne “Hijo Dilecto”,
    que siendo verdadero hijo del sol leonés,
    calladito se fue, para pasearse,
    −y que algún día, yo, lo veré–,
    ¡En los bellos Parajes de Dios!


    Autor: Pedro Edmundo Icaza Mendoza
    8:30 a.m. del 2 de diciembre del 2005.
    Local del INSS.

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