sábado, 10 de agosto de 2013

Vino a visitarme el 27 de Octubre de 2011. EMILIANO PANCASÁN

Vino a visitarme el 27 de Octubre de 2011.


REPASANDO SUEÑOS HERMOSOS

Un Homenaje de Siempre a,
                            Oscar Emilio Muñoz Lumbí (el gran Emiliano Pancasán).


“Era el hombre que compartía el dialogo, los problemas personales, las vicisitudes de la lucha y todo lo concerniente a los hombres de su columna.” El Gato Henry.

DÉJAME RENDIRTE MI HOMENAJE IMPERECEDERO:

         Al insigne combatiente y Jefe de Columna, la Gloriosa “Carlos Manuel Jarquín”, el hombre que se paseó por 3 frentes, él es, Emiliano Pancasán, Oscar Emilio Muñoz Lumbí, al que conocí cuando anduve con Bernardo Hernández Rojas (H2O) y Francisco Nicolás Rojas Díaz (Vinicio) y otros compañeros, en aquellos avatares días de la creación de Radio Venceremos: «Voz Oficial del Frente Occidental “Rigoberto López Pérez”» (FORLP), y fue durante la “Ofensiva Final o Insurrección Final”, aquí en León. Y  tengan la plena seguridad que me siento orgulloso, de haber tenido la oportunidad de conocerlo y el honor de entrevistarlo durante la guerra y después del triunfo de la Revolución.  

         Emiliano Pancasán es oriundo de Matagalpa, me dijo su hijo Orontes Emilio Muñoz Mejía, quien se comunico recientemente conmigo, después de la muerte de su padre el 13 de abril de este 2012. “Él nació (Oscar Emilio) un 28 de mayo de 1937. Sus padres fueron Juan Benito Muñoz y Clarisa Lumbí, los que procrearon seis hijos, siendo Oscar Emilio Muñoz Lumbí, el segundo de ellos.”

         En aquellos días de junio de 1979, yo estuve incorporado a la lucha como redactor y voz caracterizada de la radio clandestina, Radio Venceremos, y que ¡en pleno fragor del combate!, supimos afrontar y enfrentar los peligros de ese momento histórico. La misión encomendada para cumplir en ese mes de junio de 1979, como periodistas revolucionarios, miembros de la intrépida Asociación de Periodistas Independientes de León (APIL), era la de sacar al aire una emisora “a como diera lugar". En este empeño participó Alcides Camacho Espinoza y “Toño” Meza, trabajando paralelo a nosotros en el mismo momento, para el mismo esfuerzo y dirigido para tal fin.  La APIl, era una organización periodística muy beligerante, la de un Wilfredo López Valladares, Miguel de Jesús Blandón (Chuno) y la de Eligio Álvarez Montalván, irredento periodista, tío del gran líder estudiantil Edgar Munguía Álvarez ¡El Gato Munguía!, sobre-nombre con que lo conocíamos los muchachos del sector de la Capilla San Juan de Dios (por donde vivió), en la pieza vecina donde se editaba el Universal que dirigía el periodista Dagoberto Sáenz Arauz.

         A Emiliano Pancasán, lo vieron por “El Laborío”, “Sutiava”, “Poneloya”, “Guadalupe”, movilizándose en la parte oeste de la ciudad, de norte a sur, en un trabajo incansable que realizó en todo esos sectores de León. Él se relacionaba con toda la gente y su trato con los combatientes, miembros de su columna, era fuerte, disciplinado, duro; pero generoso, amable, fraterno cuando era necesario. Él era muy amistoso.  Fue uno de los pocos Jefes de Columnas que “siempre dio la cara”; era muy popular, muy querido, no había combatiente alguno que no lo admirara.

          Y cuando dije que lo vieron, es porque todos lo vimos; yo también tuve el gusto de verlo; ¡lo vi! Y lo digo con mucha emoción, recordando esa tarde, en que fuimos recibidos, exactamente: de la esquina de “Luis Mena” (Barrio El Laborío), 4 c. al Oeste, 1 c. al Norte. Pero, primeramente nos recibió “Abel” (Guadalupe Moreno) y después “Jeremías” (Carlos Soza), en la calle que queda de la esquina del “Negro Chencho 1/2 c. al sur; para luego llevarnos  1 c. al norte, esquina opuesta a la Engracia Fonseca, donde estaba “el comando del pueblo”, y allí nos recibió Emiliano Pancasán muy amablemente a pesar de la tensión de ese momento, porque una joven de nombre Mercedes, llamaba apresuradamente a Jeremías –Compita Jeremías, dicen que viene metiéndose la guardia por el Río Chiquito--. Pero él, Emiliano, imperturbable, amable, sencillo y enérgico, daba órdenes a uno y a otro, mientras tomaba un “papel” y escribía algo y nos lo entregó. Era un pase para que nosotros pudiéramos recorrer y trasladarnos por sus vías de comunicación (las que ellos manejaban) de una manera segura. Nos facilitó una camioneta roja de tina, que con su conductor y 2 combatientes más, les ordenó a los “compas” que nos cuidaran y nos llevaran a una importante reunión donde nacería una radio, que vendría a ser, poco después, Radio Venceremos. Esta ubicación era de la Iglesia San José unas 15 vr. al oeste., aunque nosotros, entramos por el lado contrario, el de la “Brisas del Pochote” y Funeraria Bonilla.

         Pero, ¡Quién es Emiliano Pancasán! Pues es el hombre que “se paseo” por tres frentes de guerra. --“Y por gracias a Dios, estoy vivo, no perecí; y pude conocer a grandes y valientes muchachos”, me dice Oscar Emilio, al momento de mi conversatorio con él, a las 8:40 a.m. en mí casa solariega, Colonia 4 de Mayo, casa No. 20, Bo. Zaragoza, el pasado 27 de octubre de 2011, aquí en León.

         Pero antes déjenme decirles que Oscar Emilio, deja una prole numerosa. Siendo ellos: Sabel Victoria, Oscar Fabricio, Orontes Emilio, Erwin Eduardo, Martha Ileana, Roger Emilio, Oscar Emilio, Karla Robertha, Emiliano Lenín, Marvin, Gutner, Erlanda, Itzel, Fany Emily y Fabricio León.

         Podemos resumir el recorrido de Emiliano Pancasán (Oscar Emilio Muñoz Lumbí), así: La primera experiencia la obtiene en Matagalpa, porque él es matagalpino (como lo dijimos). Se incorpora al Frente Norte Carlos Fonseca, en momentos en que la situación se tornó bien difícil para él, pues, llegó al extremo en que no podía ya ni moverse. Era tanto su “color” que lo empezaron a vigilar muy de cerca. --Me encontraba “muy colorado”, por lo que decidí irme al monte, y allí me incorporé a la lucha, y recuerdo nítidamente que anduve con un hermanazo, “Chepe” González--, se queda pensando Emiliano, y agrega: El Frente Norte era dirigido por el Comandante Bayardo Arce Castaño (Chepe León).
         Y me dice, Emiliano, --Que cierta vez, me doy cuenta que iba a haber “movimiento” en Estelí. Y yo, no me podía perder de esta acción... y, sobre todo que allí iba a estar, nada más y nada menos que “Chico” Rivera (El Zorro), con su propia columna. Hice contacto con “8” que era Antenor Rosales, y participo en la primera toma de la heroica Estelí, combatiendo siempre al mando de “El Capi”.
             
         --Y, en una de tantas... estando en el lugar donde me encontraba, llegó Julio Ponce Zavala (David), el que me contó, que tenía la misión de escoger a 10 hombres de mucha confianza, y que le gustaría que aceptara, ¡era para algo muy especial! Y, recuerda dice Emiliano, --que otro, de los diez escogidos, fue un compañero campesino que le decían “Rompe Monte”, de apellido Toruño.; y le decían así, porque era “fiera” a abrir senderos, atajos y trochas, --hace hincapié Emiliano.

         Partieron rumbo al Refugio, donde los esperaba Francisco Rivera “El Zorro”, hermano de Filemón Rivera. Llegaron como a las 6:00 p.m. Y les dijo: --Esta es una misión especial; en estos sacos (2) van unos mensajes importantes y en Honduras tienen que ser recibidos. Pase lo que pase, no pueden caer en manos enemigas. Tienen que llegar a su destino. ¡Recuerden! ¡En estos dos sacos llevan mensajes muy importantes!... repite El Zorro.

         Salen, dice Emiliano, y comienzan a caminar. Se van encontrando con zonas de campo abierto, por lo que tienen que tomar mucho más “medidas de seguridad” para no ser detectados. Llegan a un punto que no hay protección de árboles. Entonces Emiliano propone: --Que bajaran uno a uno, para no levantar sospecha. Y que él iniciaría el descenso y al llegar a determinado punto, les haría señas para que fueran bajando. Y va, que espera… nadie baja. Medio día y nada. Queda solo. Decide penetrar a Honduras y con la contraseña que lleva que era la de: “donde se encuentra la Hacienda Matorrales”, hacer contacto y referir lo acontecido. Dice que caminó como 10 días y que lo hizo de noche, porque de día él lo descansaba, escondido tomando todas las medidas pertinentes.  Llega al lugar convenido (de Honduras), y hace la pregunta a varias personas y no encuentra respuesta.

         Pero de repente ve pasar un carro con placa NS (Nueva Segovia) y se dice: “éste es de allá”; y le parece reconocer al que sacó la cabeza. Sigue rápidamente al carro, aprovechando que se detiene, lo alcanza y le hace la pregunta.  --“Y… Ah, pero sos vos. –Sí, hombre, yo soy el enlace. Era, dice Pancasán, René Fonseca Marenco, hermano de parte de madre de Carlos Fonseca, (con Carlos, yo estudié segundo grado en la escuela del barrio El Laborío de Matagalpa y que hoy lleva su nombre), enfatiza Emiliano.

         Lo ubican en una casa de una señora extraordinaria, conocida como la “Abuela”. Ella atendía a varios compañeros, les daba de comer, los protegía y hasta municiones les compraba con su propio dinero. Allí lo recibió Aracely Pérez (Psicóloga), mexicana, quien lo entrevistó sobre diversos aspectos de su vida y de la lucha.  Después se encontró con “El Zorro” al que le relató todo lo ocurrido. Éste le encargó una escuelita militar en “Arenales” fronterizo con Nicaragua, al mando de 11 compañeros; --Había varias escuelas, pero para graduarse, tenían que pasar, necesariamente, por la Escuela de “Chombo” o sea el destacado hermano, Walter Ferreti. --Te quiero decir también, me interrumpe-- que a Julio y al otro, llamado Lester, los que se llevaron los sacos, fueron severamente sancionados y yo tuve que salvarle el pellejo al tal Julio.

         Resulta, que estando en Honduras, cayeron presos una centena de compañeros. A Emiliano lo llevaron a “Casa Mata”, comando especial de los “Chiapas”, de la guardia hondureña. --Éstos hacen una lista y escogen a 24 compañeros. Nos separan del resto, y a este grupo es al que deportan a Panamá; fuimos muy bien recibido por el General Torrijos. Y después... nada más y nada menos, que al Frente Sur Benjamín Zeledón, a la Base No. 10. Recuerdo que por allí, a esa base, se apareció el Chele Marcos (Oscar Cortés Marín) con otro muchacho.  Y hace memoria Pancasán, como atrayendo el recuerdo... y refiriendo, que al final ─Escogen a tres compañeros para enviarlos como refuerzo a León, al Frente Occidental “Rigoberto López Pérez” (FORLP). Ellos fueron Emiliano, Carlos Colindres y el Chele Marcos, pero Carlos, no llegó a León, quién sabe. Había desaparecido.

         Entre los datos suministrados por su hijo Orontes Emilio Muñoz Mejía, en escritos encontrados por él, nos dice que después de Panamá, su papá: “...fue traslado a la frontera con Costa Rica, bajo la responsabilidad de “Emilio” Coronel Pichardo. Ubicado en la base con el compañero Ernesto Iván Montenegro Báez, operaron en la frontera Mogones, La Flor, Cárdenas, Peñas Blancas y Aduana...”.

          Ya en León, lo ubican en la casa No. 15 de la Colonia Universidad. Allí estaba Doris Meza, Oscar Pérez Cassar (Pin), Róger Deshon (David), Edgar Lang Sacasa (Aurelio) y otros.

         Con Edgar Lang, trasiega unos fusiles hacia el barrio de Sutiava, y luego se dirigieron a Poneloya, donde César Augusto Tífer. A Edgar no lo volvería a ver. Al día siguiente (16 de abril de 1979), llega Silvio Robelo en una Cherokee, --Alistate que acaban de matar a todos los del Estado Mayor en el Reparto Veracruz y la guardia viene para este lado. Y me dice Pancasán, --¡Que salen a toda prisa, increíble, a toda velocidad, con presteza! –Aligerate, que en esto yo me la sé toda, le gritaba Silvio… Salen a todo “tren”. Se meten a unas huertas con todo y camioneta, rompen cercos, abren camino entre unos sembríos, y como pueden, acortan camino, pero de cualquier manera pudieron salir. Al llegar a Sutiava recogen a Ana Isabel Morales, y se dirigen a diferentes lugares. Ese día y los subsiguientes, anduvieron como en 10 casas y muchas veces solamente permanecía por dos horas. Recuerda que lo llevaron a una casa, ubicada de la Casa Prío, ½ c. abajo, donde un Odontólogo, y la señora de dicha casa, cuando lo llamó para que probara “un bocado”, le dijo: “por favor sólo dos horas… ponen en peligro a mi esposo,
a mis hijos y a todos…”. En verdad que la situación era de mucho peligro. Había mucha tensión. Mucho miedo, todo estaba crispado, y nosotros teníamos que estar bien alerta, dice Pancasán.
         –Pero, aunque fuera así, la lucha no se podía detener, sobre todo, en estas circunstancias en la que habían caído, unos de los mejores cuadros del FSLN. Hace hincapié Emiliano, y agrega, que él, Emiliano, estuvo en Sutiava, en casa de la familia Fonseca Bárcenas (de la que tiene muy buenos recuerdos), sobre todo de “La Sobrina”, Ana Rosa Fonseca Bárcenas, la que tenía la misión --siendo una niñita– que, al que le preguntara quien era él, que contestara: “Él es mi tío”. Y desde ahí se convirtió en la “Sobrina Pancasán”.

         --Nuevos cuadros llegan a la ciudad. Valiosos cuadros, y la tarea fervorosa de cada día, era recomponer todo: El Estado Mayor, el tendido organizativo, recuperar los planes o más bien actualizarlos, hacer nuevos planes según la situación. Organizar, entrenar a los compañeros de acuerdo a lo que sabíamos y a la experiencia adquirida en los años de bregar en la lucha. Así se iban incorporando otros hermanos valiosos que de diferentes partes o frentes, habían llegado. La actividad era febril, hermosa, sin desfallecimientos. Todos abrazábamos nuestros sueños: ¡sueños míos, tuyos, y de todos! En fin, eran sueños hermosos que volvían a florecer a pesar del golpe terrible recibido al perder a nuestros compañeros, a los valiosos cuadros del recién aniquilado Estado Mayor.

         Y me dice, Pancasán, emocionado. –Mirá, no importa las vicisitudes que te presente la lucha… los sinsabores de la misma vida… Aquí lo que siempre necesitamos, ¡Oí bien…! ¡Lo que se necesita o lo que uno necesita siempre, es mantenerse firme toda la vida! ¡Firme con un corazón lleno de amor!

         En todo este ajetreo, me dice Emiliano, se fueron sumando muchos jóvenes. Se fueron conformando las respectivas columnas, las escuadras tácticas de combate, las famosas ETC. Yo fui Jefe de Columna, de la “Carlos Manuel Jarquín”, y tenía como político y segundo al mando a Jeremías, Carlos Soza Fonseca; pero había otro, excelente hombre, muy valiente, era El Cachorro Amaya (le tenía una confianza enorme); Tony, Efraín Ortega (no se me despegaba). También, estaban otros Jefes de Columna: Zacarías, Sergio Lira; Rodrigo González (Aurelio); El Chele Marcos, que es Oscar Cortés Marín; Umanzor, Eddy Reyes Baldizón... y los que se me escapan.

         --La lucha fue terrible, pavorosa, nos enfrentamos a uno de los mejores ejércitos de América Latina, a los mejores hombres entrenados de la GN de Somoza. No, no era jugando aquello. Casi, nos matan. Yo salí herido en el lado izquierdo. Me pegaron en la Leona, en el puente. Eso fue terrible. Traían un poder de fuego endiablado. Pero, le hicimos como unas 114 bajas (más o menos).

         “La lucha era muy dura... de mucho peligro, pero hermosa”, habla suave como reflexionando; cierra los ojos, se arrecuesta a la silla “abuelita”, para decir: --Y en esa hermosura de lucha, estaban a flote los mejores valores del pueblo humilde: la solidaridad, la hermandad, el compartir, el proteger, el dar sin esperar a recibir, el cooperar.  Todos estos son principios de verdaderos revolucionarios, de los verdaderos cristianos. ¡La Fraternidad! Noble principio de Augusto C. Sandino, que conlleva la decisión de estar dispuestos al sacrificio, sin buscar y sobre todo sin pensar en prebendas.  

         ¡No importa como se presente la vida! ¡Sí vos creés en algo, pues luchá por ello, y te aseguro que emocionalmente, espiritualmente, estarás preparado para la muerte! Suspiró hondamente, Emiliano.

         --Yo, a pesar de estar solo, pobre, enfermo y abandonado,  a no ser por ustedes los de aquí de León, que hasta han formado una Comisión de Atención y Tratamiento médico a Emiliano Pancasán, ¡Qué hermoso!, siempre me mantengo firme y me mantendré firme hasta la muerte. ¡Ah, espérate! También, gracias a mi hermana Leticia Herrera (comandante Vicky). ¡Tiene un corazón de oro! De su propio sueldo, me estuvo apoyando (1991... cada 17 de mes... como uno o dos años... pero, como a mí me daba mucha pena, dejé de visitarla, aunque ella siempre insistió en que llegara. (y, que cosa: si no estaba ella, me dejaba un sobre). Sólo ella lo podía haber hecho... Oíme, te voy a contar un episodio: duro y doloroso, pero bonito a la vez, muy sentimental. Pero antes quiero agradecer profundamente lo que ha hecho la Comisión de Atención, para la recuperación mía, un abrazo a: Marcia Jirón Mayorga, a María Teresa Zelaya Briones (Katty), a la Dra. Isabel Rizo Morales, y a mis hermanos, Uriel Danilo Altamirano Santana (El Gato Henry), Gabriel Cárcamo Lorío, Aníbal Nicolás Espinoza Maradiaga (Cabezón Aníbal), Salvador Padilla (Chaparro Mariano), Milcíades Montes (Manguerita) y Jerónimo Vargas Téllez. Y un abrazo para la mamá de Marcia, Dña. María Eugenia Mayorga y a todos los de mi columna los abrazo desde la distancia.

         Pues bien, resulta que recién el triunfo revolucionario, yo quedé como responsable de la Defensa de León, con mi gente, los otros, andaban en la marcha hacia Managua. Y de ahí, quedé con el Abastecimiento de la Logística y por supuesto de armas de alto Calibre. Entonces, se aparecieron del lado de Condega, al Reparto Santa María, ubicado al oeste de León y a la salida carretera a Poneloya, José Dolores Talavera (Pedrón) y René Fonseca Marenco (hermano de Carlos), y como los ve que andan mal armado (armas de cacería), le da una USI, al primero, pero lo hace firmar un papel de “traslado de arma”. Se interrumpe, y me dice, ¡fueron días dolorosos los que pasé!, baja la voz y parecía que iba a llorar... Prosiguiendo, relata, --al otro, a René...  Hace una pausa larga,     –le di una 50, pero siempre con papel escrito y firmado, porque “no soy chocho”. Pues bien, esto sirvió para que me quisiera acumular cargos Dora María Téllez. Pero, te voy a decir una cosa... es que ya se había “emponzoñado” una especie de celo raro contra mí.

         --Que culpa tenía yo, que de 100 combatientes que llegaban al Estado a Mayor para gestionar diversas cosas, 99 me pidieran a mí, para que los atendiera. ¡Hombré, yo no tenía la culpa de haberme ganado el cariño de todos! Yo los trataba muy bien, platicábamos de su familia, de que cómo se sentían después del triunfo... Si podía, yo mismo les resolvía... Y si no había como resolverles, yo los trataba con cariño, con familiaridad... Me iba con ellos, andaba con ellos... Aunque algunos eran “rebeldes”, y se metían a “clavos”, pero a mí me hacían caso.

         --Fíjate, que “una de tantas” llega a la oficina del Estado Mayor, al lugar, que me habían dado como oficina para atender, uno de los familiares, donde yo había estado en Sutiava y que era uno de mis muchachos, Ulises Fonseca (Sam). Se presenta ante mí, y me dice: --Dispensame, Emiliano, tengo orden de capturarte. ¿Pero, por qué? –No sé. Eso fue en el mes de octubre de 1979. Y Pancasán, me dijo, que lo llevaron a una casa del Reparto Veracruz. Casa de una apreciable mujer, luchadora incansable, excelente, de nombre Irma Guido. Lo encierran en un cuarto, tapan ventanas y le echaron llave a la puerta. Irma, no sabía quien era la persona que estaba allí. Y entonces empezó a ponerse sentimental, porque una hija de ella, siempre preguntaba ¡qué quién era ese... porqué no lo sacan, y se ponía a llorar! A la par de eso, Emiliano, se había puesto en “Huelga de Hambre”, y no le aceptaba ninguna comida que le pasaba la compañera Irma. Esta se angustió de ver que lo habían llevado y abandonado... Sólo estaba un custodio que tenía también, que darle de comer.  --¡Este hombre se me va a morir aquí mismo! ¡Esto no puede ser! Y se fue al Estado Mayor a presentar su inconformidad --Y llega mi Ángel de la Guarda, la comandante Vicky, (¿sabías vos, que fue suplente de la DN. en 1975? ¡Es una gran mujer! Entonces, comienza a discutir con el custodio que se resistía a cumplir sus órdenes, y le dice: --No sabés ¿quien soy yo? Dame la llave, si no, abro la puerta a patadas. ¡Qué injusticia, exclamó! Por fin fui liberado después de un mes de encierro... Hace una pausa y dice –Y, respiré profundamente aire de libertad.

         Y prosigue, --Ya había inconformidad en mi columna por la desaparición mía. Se estaba presentando un descontento entre los combatientes populares. “Se les decía que andaba en una misión importante” pero ellos no lo creían. ¡Hombré, yo siempre pregunté! ¿De qué se me acusa? y Dora nunca dio la cara durante mi encierro. –“Es que Emiliano Pancasán, era solidario, fraterno y hermano. Él se sacrificaba por sus compañeros. Ese era Oscar Emilio Muñoz Lumbí. Un hombre fuera de serie”, me dice El Gato Henry.

         --Bueno, y vino la dispensa... “Vamos a olvidar todo, vos te vas unos 15 días a Estelí. Vamos a decir que andás en otra misión; te llevás a tu chofer, Ernesto Traver y descansás... Sólo aguantó 15 días y se regresó... a continuar organizando. Como en los años 80-81, lo mandó a traer el comandante Edén Pastora. Estuvo por un tiempo como Capitán, Jefe de la Misión Pancasán, en la Base de Operaciones (BAO). Terminó siempre en el Ejercito Popular Sandinista, como Mayor, allá por el año de 1990.

         ¡Qué recuerdos éstos...! Antes de concluir, te diré una cosa curiosa; a mí me tocó trabajar bastante con los GN que se rindieron y luego se incorporaron a la lucha contra la dictadura: Pepsi, Modesto, Muñeco y Bienvenido. Tony o sea Efraín Ortega, que siempre anduvo conmigo, no se confiaba y me decía “cuidado Emiliano”, “ojo al Cristo”.

         Bien, Emiliano. ¡Hagamos algo por la vida! Degustemos de una “sustancita” de pollo y de un bocadito de carnita asada, preparada para vos por María Teresa Zelaya (Katty) y Marcia Jirón Mayorga.


Edmundo Icaza Mendoza
12:39 a.m. 19 de abril de 2009
Col. 4 de Mayo. Casa No. 20. Bo. Zaragoza.
Edicamen



























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