jueves, 22 de marzo de 2012

Julius Fucik

Julius Fucik “Al Pie de la Horca” nazi
Posted on 07/09/2009 by Pablo Emilio Barreto Pérez
A propósito del Día Internacional del Periodista
Julius Fucik “Al Pie de la Horca” nazi

Pablo E. Barreto Pérez

• Fucik es héroe universal, luchador antifascista ejemplar, de temple y valor incomparables
• Los nazi genocidas no pudieron doblegarlo a pesar de que virtualmente lo destazaron en campos de concentración o de exterminio

El “Día Internacional del Periodista”, el 8 de septiembre, fue creado en homenaje a Julius Fucik, uno de los más ejemplares y connotados luchadores antifascistas europeos, al extremo de que ofrendó su vida heroicamente en su oposición a los nazi, durante la Segunda Guerra Mundial, provocada por una banda de asesinos racistas y neocolonialistas conquistadores de territorios ajenos, jefeados por Adolfo Hitler.

Fucik era checoslovaco. Su patria, Checoslovaquia, traicionada y vendida fue ocupada militarmente por los nazi hitlerianos el 15 de mayo de 1939.

Al día siguiente, Julius Fucik pasó a la clandestinidad, a la Resistencia Antifascista, pues todo aquel que se opusiera a la invasión militar de la Alemania de los nazi neocolonialistas era considerado un enemigo peligroso por la GESTAVO, policía política estatal del nazifascismo genocida, racista y autoconsiderado predestinado a crear y sostener de manera sangrienta y mortal un reinado de dominio universal, mientras sus líderes ególatras y asesinos se autoproclamaban “socialistas”.

Antes de ser periodista, editor de numerosos periódicos de trabajadores, de artistas y publicaciones periodísticas corrientes, Julius Fucik, para sobrevivir cuando era estudiante universitario en la Universidad de Praga, al mismo tiempo, hacía labores de albañil, carpintero, entrenador deportivo, oficinista, jornalero en el mundo de la construcción de Praga, la Capital Checa, y también de profesor a domicilio.

En la Universidad de Praga se graduó de periodista, era un especialista consumado en el mundo del periodismo rebelde, un crítico agudo del arte en general y también estaba estudiando filosofía.

En medio de la lucha contra el imperio austrohúngaro, que dominó a su país, precisamente, hasta los primeros años de la década del 30, se relacionaba con sindicatos y partidos políticos de izquierda, especialmente el Partido Comunista Checo, del cual se convirtió en uno de sus dirigentes esenciales más activos y ejemplares.

Fucik era periodista cotidiano, tenía 40 años; escribía novelas sobre la realidad checa y su manejo fácil y armonioso de la prosa lo tenía convertido en un verdadero y consumado artista de la Literatura de Checoslovaquia.

Por las publicaciones antifascistas que dirigía aún antes de la ocupación de su país por parte de los nazi alemanes, Fucik era ya conocido por la GESTAPO, cuyos agentes violentísimos, torturadores y asesinos especializados en masacres, lo buscaron inmediatamente después de producirse la invasión militar a Checoslovaquia.

En la más rigurosa clandestinidad, dirigió la Resistencia guerrillera Antifascista de su Partido Comunista Checo, especialmente la seguridad de sus dirigentes más conocidos, hasta que finalmente un grupo, incluyéndolo a él (Fucik) fue capturado en 1942 y llevado a las llamadas cárceles de Pantrakc, en la misma sufrida Praga, Capital de Checoslovaquia.

A partir de ese momento comenzó una de las leyendas más conocidas del mundo actual. Los bestiales torturadores nazi convirtieron a Fucik en un giñapo humano, con heridas y sangrados por dentro y fuera de su cuerpo adolorido, pero jamás lo doblegaron, ni le sacaron ni la más mínima información sobre la ubicación de los valerosos dirigentes del Partido Comunista Checo, ni de su familia comprometida con la lucha antifascista, ni de sus amigos, aunque algunos lo traicionaron allí mismo en las ergástulas checas tenebrosas de los alemanes.

Infiltrado antinazifacista le da lápiz y papel

Moribundo, inmóvil por los dolores y los rigores brutales de las torturas, sin agua, sin comida, sin medicinas, sin médico que lo atendiera, Fucik le robaba espacio a la tortura y mediante la colaboración de un activo miembro de la Resistencia Antifascisca, que había logrado colarse entre los sanguinarios torturadores alemanes, logró un lápiz y pedazos de papel para ir escribiendo, día a día, sobre cómo lo torturaban, a quiénes de sus compañeros había visto en las cárceles de la GESTAPO del Alto Mando militar alemán hitleriano y de su banda de asesinos que buscaba cómo conquistar a sangre y fuego toda Europa, Asia y África, según los planes del desquiciado y bestial Adolfo Hitler.

Fucik nunca perdió la alegría, a pesar de las torturas, y siempre se mantuvo en alto su espíritu de lucha. Fue conducido, junto a otros miles de patriotas checos prisioneros, a un campo de concentración nazifascista llamado Revanbrucks. De allí lo condujeron a Berlín, maniatado, torturado, con decenas de heridas en el cuerpo inflamado por patadas, culatazos y pisletazos. Lo llevaron cerca de la cueva del maniático asesino, jefe de los nazifascistas alemanes: Adolfo Hitler.

Alemanes genocidas le condenan y lo ahorcan

El 25 de agosto de 1943, Fucik fue condenado a muerte por un tribunal de asesinos genocidas nazifascistas alemanes, integrado por militares del Alto Mando criminal de Alemania.
Ese día sostuvo ante sus verdugos: “Sé que seré condenado y que mi vida toca a su fin, pero también sé qué hice lo que pude por nuestra victoria. Estoy seguro de que seremos vencedores. Nosotros morimos, pero otros vendrán a continuar nuestra obra”.
Fucik estaba seguro de que la Unión Soviética vencería a la fiera fascista después de sacarla a balazos y bombazos de Stalingrado, y que asimismo su Patria, su Checoslovaquia querida, también sería liberada por los soviéticos. Y así fue.

El 8 de septiembre de 1943, los nazi ruines, infames, sanguinarios, racistas y nuevos colonizadores europeos, lo condujeron al patíbulo, para asesinarlo, como ya habían asesinado en campos de concentración o de exterminio y en campos de batalla, a casi 51 millones de seres humanos en Europa, Asia y África.

Cuando lo llevaban a la horca, Fucik entonó La Internacional. Los criminales de las SS, que eran los envenenadores e incineradores de millones de seres humanos en aquellos momentos aciagos y tristes para la Humanidad, lo amordazaron, le taparon la boca; pero el bloque carcelario, de hombres y mujeres encerrados en el campo de concentración nazi, retomó la canción de La Internacional, mientras conducían al célebre periodista revolucionario antifascista al mencionado patíbulo, donde lo ahorcaron.

Antes de esta fecha, su colaborador en las cárceles de Pantrack, había sacado todos los manuscritos de FUCIK, titulados modestamente “Al Pie de la Horca”, que se convirtió en uno de los libros más buscados por todo el mundo, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, organizada, ejecutada por los nazi hitlerianos y a la vez instigada por los dirigentes de gobiernos imperialistas como los de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, que saboreaban la posibilidad de que el régimen genocida alemán derrotara o demoliera al régimen socialista de la Unión Soviética. El tiro les salió por la culata a los nazifascistas y a los gobernantes mencionados.

Su esposa Agustina también estuvo en campos de concentración nazi

La esposa (Agustina) de Julius Fucik también fue prisionera de los nazi en uno de los campos de concentración en Polonia. Al terminar la fatídica matanza de los nazifascistas contra la Humanidad, logró su libertad y se dedicó, igual que otros decenas de millones de seres Humanos, a buscar el rastro de su marido. Finalmente, supo que lo habían ahorcado en Berlín. Agustina se comunicó con el carcelero infiltrado que había sacado de las cárceles infernales los escritos de Fucik en pedacitos de papel. Los juntó y ordenó la última obra de su marido Julius Fucik.

“Al Pie de la Horca” ha sido reimpreso casi 500 veces desde entonces, en 80 idiomas diferentes.
Por su lado, la Organización Internacional de Periodistas (OIP), luchó ante las Naciones Unidas para que se declarara Día Internacional del Periodista el 8 de septiembre, en homenaje a este valeroso periodista, profundamente humano, artista consumado, luchador incansable por el futuro pacífico y armónico de la Humanidad y que en numerosos reportajes, crónicas, ensayos, artículos, dejó plasmada su fé en el Socialismo, como sistema político-económico, para resolver los problemas más acuciantes de los seres humanos en este mundo afixiante del “capitalismo salvaje”.
Por su destacadísima lucha antinazifascista, Julius Fucik fue galardonado póstumamente con el Premio Internacional por la Paz, el cual fue depositado en manos de su viuda Agustina.

Recordar a Fucik es recuerdo de nuestros periodistas mártires

Recordar a Julius Fucik signica exaltar también en Nicaragua la memoria de periodistas luchadores como Manuel Díaz Sotelo, Gonzalo Rivas Novoa, Manolo Cuadra Vega, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Léster Mendieta, Álvaro Montoya Lara, este último caído en combate en el Frente Sur Benjamín Zeledón Rodríguez, cuando todavía se luchaba contra la tiranía genocida del somocismo, en julio de 1979.
Manuel Díaz Sotelo fue asesinado por el somocismo genocida. Manolo Cuadra Vega y Gonzalo Rivas Novoa (GRN) siempre andaban desterrados por oponerse a la tiranía de Anastasio Somoza García. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal fue mandado a asesinar por el último jefe de la dinastía somocista genocida (en enero de 1978), mientras Álvaro Montoya Lara cayó combatiendo por la liberación definitiva de Nicaragua en el Frente Sur del FSLN Benjamín Zeledón Rodríguez.
Como vemos, los periodistas luchadores y mártires nuestros, nicaragüenses, abrazaban los mismos ideales libertarios de aquel famoso y valeroso Julius Fucik, convertido en ejemplo inmortal de lucha para que todos luchemos porque la Humanidad viva en paz y no darle paso jamás a regímenes sanguinarios como el de los nazifascistas alemanes, el de los somocistas en Nicaragua, o las plagas de dictaduras militares que impusieron los yanquis genocidas en América Latina y otras partes del mundo, y que gobiernos criminales como el norteamericano no nos sigan agrediendo militarmente en nuestros territorios, en los cuales, además, roban descaradamente nuestros recursos naturales.

Managua, septiembre del 2009.

Pablo E. Barreto Pérez: periodista, editor, investigador histórico, fotógrafo, Cronista de la Capital, Orden Independencia Cultural Rubén Darío, Hijo Dilecto de Managua, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento Comunal Nicaragüense, Orden José Benito Escobar Pérez de la Central Sandinista de Trabajadores (CST nacional) y Orden Juan Ramón Avilés de la Alcaldía de Managua.

Residente en la Colonia del Periodista No. 97, frente al portón del parque, en Managua. Teléfonos: 88466187, 88418126 y 22703077.

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